Nací una soleada mañana de un 6 de abril en una esquina de la Avenida San Martín de Buenos Aires. El ambiente de ciudad-jardín del barrio, los veranos de mar y playa en Montevideo, la fosforescencia en el mar en La Pedrera, el galopar, otros veranos, por los alfalfares en La Pampa… El cielo que miraba girar allí por las noches en el patio, al lado del molino, en un pueblito tirado en los confines de una línea de ferrocarril que traía las noticias , las cartas y la gente, dos veces por semana, son las raíces telúricas de mi árbol. Mis dos familias, tan familias, mi casa como centro, mis primos como hermanos, son las raíces humanas.
Las discusiones políticas, pasionales, a la manera porteña, que escuchaba escondida debajo de la mesa y las lecturas que me daba mi abuelo en aquellos veranos, más aún que la profusa lectura de mis padres, son las raíces de mi espíritu inquieto y curioso.
El tronco, lleno de nudos y retorceduras, creció en una ciudad y una época, ambas maravillosas, una primavera que fue verano, después otoño, después cruel invierno… con intensidad., con dolor , con idas y vueltas varias : alegrías , angustias, miles de errores…
Las ramas que se tendieron a la luz y que todavía siguen vivas , alojan la amistad, el amor, la pasión…
Las hojas y las flores: los estudios, la arquitectura, concursos, algunas obras, y sobre todo, la docencia .
Los frutos : el principal, mi hijo Pablo, nacido en una noche cálida de abril de 1974 y ahora, los recuerdos, los sueños, los sentimientos, las ideas, los dolores, las alegrías, que vierto en estos escritos.
En A Coruña, mi hogar desde junio de 1975, 23 de Enero, 2003.