Viñetas de Buenos Aires

La erótica de la cultura y Desayunando chez Cati

Este año no quiero mostrar el Buenos Aires de las luces y las sombras, quiero contarles que ¡por fin! casi todos están de acuerdo, casi todos tienen esperanzas y también , por fin, no es por un autoengaño, es porque se están tomando medidas valientes, inesperadas, se esta recuperando la dignidad y , por lo menos, con cautela, sin entregarse, la gente ha dado un voto de confianza a la espera de los próximos pasos. Si eso llegara a funcionar, y cada uno fuera capaz de asumir su responsabilidad, creo que sí, que, como pelota de tenis, podremos rebotar con fuerza y volar por lo alto…

I – La erótica de la cultura

Avenida Santa Fe, un plácido atardecer de junio. Una gran vidriera, una gran puerta, un gran interior iluminado : estamos en la librería Ateneo. Vamos a tomar un café, me dice un amigo con el que venia caminando.
Penetré en ese recinto, ese gran espacio totalmente blanco. En el centro un gran hueco con escaleras mecánicas hacia un sótano donde se atisbaban miríadas de CDs.

Pero, ¿ dónde esta el bar? Pregunté, viendo a mi alrededor una sucesión de mesas y estanterías pletóricas de libros. Al fondo, en el escenario, me contestó.

Pero yo, que sólo miraba a ras del suelo, no me daba cuenta de lo que eso significaba, hasta que llegué y me senté en un blanco y cómodo sillón tras una pequeña mesa redonda. A la izquierda, una barra de bar; alrededor, mesas con gente conversando, mucha leyendo…

Y entonces, miré hacia delante y vi algo inesperado, vi el teatro. Sí, el antiguo teatro con su cúpula pintada en el centro, sus bandejas blancas con luces todo a lo largo del frente de los antiguos parapetos tras los que estaban las butacas, esas luces blancas, brillantes, como bombillas redondas, gigantes, que hacían más luminoso y mas blanco el ambiente. Las tres bandejas, la de palcos y la tertulia, y detrás, se veían algunas estanterías con libros, personas que aparecían como sombras escenográficas. En lo que fueron los palcos avant-scene, al lado del escenario, al lado de donde estábamos, personas cómodamente sentadas leyendo un libro, al igual que en otras sillas diseminadas por la sala. Una librería, donde la gente lee los libros como en una biblioteca, en un lujoso ambiente de teatro…
No podía dejar de mirar el espectáculo, era fascinante, la escala del local con su descomunal altura, las bandejas definiendo el fondo curvo de la sala, propio de los teatros a la italiana…
Y uno se imbuye de ese clima y es inevitable deambular con aire teatral por la sala, pasos lentos, aire entre distraído e interesado, mirando aquí y allá las estanterías y las mesas con los libros minuciosamente ordenados por temas, enorme cantidad de títulos en cada una, creando una avidez sensual por tocarlos, mirarlos, leerlos…
En las mesas y por los pasillos, un publico variopinto, entre ellos personajes conocidos que parecen estar allí en su segundo hogar. Cerca nuestro, Sebrelli con aire de Frankestein esquelético, más allá, un personaje del tango.
Opulencia cultural, erótica del espacio. No podía levantarme, dejar de mirar el espectáculo y de pensar : realmente, estas cosas ocurren en Buenos Aires, donde el día anterior, quince mil piqueteros, llegaban a la Casa Rosada después de seis horas de marcha, a presentar sus demandas…

P.D. para los Ficticianos ávidos de noticias , chimentos ( arg.) o cotilleos ( esp): Ayer volví por allí y otra vez no me levanté hasta que las luces se fueron apagando a las diez de la noche , pero esta vez, amigos, estuve con ¡ Paola Cescon ! Si, amigos, todavía vive, y, aunque no lo crean, volverá por estos pagos.

II- Desayunando Chez Cati

Nueve de la mañana de un sábado soleado de Buenos Aires. Toco el timbre …es la casa de Cati. Si, allí estuve, me sentí la prima que venia de las Europas, aterrizando como ciclón, mostrando postales y fotos de Ficticianos de ultramar, en bares y playas… Sí, allí estuve, conocí a la madre, que habló animadamente conmigo a pesar de sus dificultades, a un marido entrañable ( lo siento chicos, admiradores incondicionales…) cariñoso, con una cara sonriente que no acusa sus igualmente pocos años, como Cati, que de su titulo de madre añosa solo ostenta su inmerecida autotitulación… Un pibe moreno, fuerte, con cara decidida, y una adolescente grácil y sonriente completan el grupo familiar.
Una compu, a un costado de la sala, a un paso de la TV y del fluir incesante de la casa, donde ahora entiendo por qué, sólo a las seis de la mañana, Cati se sienta a verter sus sentidas imágenes. Pero ¡ay! Informático amigo, cuándo irás a modernizarla… Quise mirar mi correo pero renuncié, era una PC tirada por bueyes, tendrás que motorizarla…
En la cocina, alrededor de la mesa, tomamos los tan esperados mates con medialunas y bizcochitos de grasa. Qué puedo contarles, de la conversación, nada, fue tanta la emoción que no puedo recordarla. Sé que tomamos mates, recuerdo las medialunas, los chicos que entraban y salían, las fotos de abuelos, madres, padres y casamientos, y que me sentía como si siempre hubiera estado en esa casa.

Luego fuimos a la casita donde está armando el Taller, qué linda casita, con patio y aire de cuento de hadas, llena de amor en las flores que, pintadas, adornan las paredes. En la habitación del taller, enmarcado y en lugar de honor, mi poema, Una puerta al sol, el nombre del Taller, que en unos de esos momentos lúdicos que me agarran, le había mandado , y un montón de recuerdos preparados para que me llevara, entre ellos mi Gotán ( un tango que escribí antes de venir) impreso sobre una pareja de bailarines de tango pintadas por la mano , la propia, sin computadoras ni nada, de Cati.
Y, en ese momento, ocurrió lo que ocurrió. Cati me regalo un anillo con sucesión de espirales cuadradas, ese aire étnico que adivinó que me gustaba, y yo, no pude evitarlo, sentí lo que comente a Cati en su cuento, que estábamos haciendo como los niños cuando se cortan para mezclar sus sangres, y no pude evitarlo, le regalé mi anillo talismán, una cucharita cuidadosa y artísticamente doblada… Y ahí quedamos hermanadas, o así lo sentí yo, más allá de todas nuestras diferencias de ideas y culturales, por ese hilo, fuerte y sutil, que enlaza sentimientos y espiritualidades…

15 / 06 / 2003

Esta entrada fue publicada en · Vivencias. Guarda el enlace permanente.