Bueno, mi amigo tenía razón. No hay que estar solo en la Navidad. ¿Por qué? No me doy cuenta. Pero se siente, no se si soledad, pero sí una sensación de que el mundo paró, como si hubiera terminado y uno estuviera en un refugio, y uno está solo en el refugio. Realmente, ayer me sentí en Standby. Al final pasó Pablo un momento, creo que menos mal. Me reconectó, me hizo sentir que no estaba Sola. ¿Sola? Yo no tengo derecho ni a escribir eso, ni siento la soledad como parte de mi vida. Pero ayer era Navidad, y es difícil sustraerse a eso en esta sociedad donde es un día tan especial aunque no lo sea para uno. O a lo mejor eso amplifica la sensación. No sólo sino también diferente…Bueno, que durmiendo, viendo por la pantalla un poco de una misa y meditando sobre las religiones, al Papa balbuceando su mensaje, alguna película, hasta algo del resumen de la vida rosa y meditando sobre la vida privada y la pública, y mientras trataba de pensar algo coherente con mi cerebro, poniendo papeles en una pila, otros en otra y también pensando lo que pienso siempre al respecto, que nada se pierde, sólo cambia de sitio y no hay nada más que hacer que recolocarlo de una manera transmisible, que no lleve toda una navidad encontrar un dato…íy por fin…encontrando por la noche alguna felicitación más en mis cuentas…pasó el día. Al final ni salí a caminar, el mundo me resultaba algo que estaba ahí, fuera, preferí escuchar el sonido de las campanas, imaginar a la gente desde dentro…