1 de Diciembre

Una ciudad europea…eso dijo un amigo. Y, bajo la ducha caliente, el mejor lugar para la meditación profunda, me resonaron las palabras y me pregunté, ¿qué es una ciudad europea ? Una ciudad donde el sol sale por el Este y sube por el Sur, eso tan difícil de entender cuando en doce horas de avión uno llega de Buenos Aires a Madrid , o de Madrid a Buenos Aires y todo está al revés. También es una ciudad donde la luna cuando decrece, forma una C, y cuando crece, una D y a uno que siempre le dijeron C: creciente, D: decreciente… y también vas a la pileta, o al lavabo según de qué lado del Atlántico estés y el agua corre tras el sumidero girando al revés que las agujas del reloj. ¿Será esa toda la diferencia?
No, no lo es, esa es la manifestación cósmica de la diferencia.

Luego están los tiempos en que todo se construyó, los tiempos de la idea. Porque Buenos Aires, como el París que hoy conocemos, como Nueva York, como Barcelona, son ciudades del siglo XIX, ciudades que nacieron así, como son hoy, en esa época, después de la Revolución Industrial, ciudades de luz, de calles anchas que pre-soñaron los automóviles.
Y lo que llamamos ciudad europea, los barrios más lindos, lo que la definen, auque sean del siglo XIX muchos de los edificios, no responden a la idea de la época, la ciudad responde a una idea muy anterior, de ciudad medieval, o barroca. Ciudades con su muralla, con sus callejuelas serpenteantes,
La ciudad europea, lo que llamamos ciudad europea, no es hermosa porque es vieja, es hermosa porque también, como Buenos Aires, como París, como Barcelona, como Nueva York, responde a una idea. Quizás no sea la idea de un hombre, hoy decimos el París de Haussman, pero todas estas ciudades son así por la idea de un colectivo, una sociedad, como la del XIX de privilegiados urbanos, en un mundo miserable del campo, de extramuros. Y los espacios parecen hechos para el hombre, tienen la escala perfecta para el encuentro, para el paseo, y no admiten el coche que las destruye, que les hace perder su sentido. ¿Será esa toda la diferencia?
No, no lo es, esa es la manifestación histórica de la diferencia.

Luego están las personas, las maneras de expresarse, las maneras de manifestarse. Y ahí no podemos hablar de europeos, ni de americanos, ahí lo global se localiza. Pero igual, hay denominadores comunes, pautas que van enlazando, un sustrato común, algo que se siente a cada momento.
Acá no se habla de los problemas, ¿cómo se van a solucionar los problemas colectivos si nadie acepta reconocerlos? Hoy me dijo una madre, como todas las madres, que están desesperadas, que a los dieciséis vuelven a las ocho de la mañana, con todo lo que eso significa, el reino de la litrona juvenil, pero casi nadie dice nada. Ningún padre reconoce frente a otros padres el problema. Ningún profesor hace otra cosa que deprimirse y pedir la baja…¿Reunirse?¿ Hablar? Eso exige reconocer que a uno le ocurre, y está mal visto. Y eso tiene que ver con las persistencias medievales, el orgullo de casta…Y yo me pregunto, ¿donde tanto se habla, se resuelven por eso los problemas? ¿Será esa toda la diferencia?
No, no lo es, esa es la manifestación social de la diferencia.

Y luego las relaciones, los sentimientos, cómo se manifiestan, también como la luna, o el agua que gira, o el sol del otro lado…

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