El pasado no se recupera, se rescata. Esa frase, dicha al correr de una conversación gustó a un colega y me dio que pensar. Por qué la había dicho. Sí, por Buenos Aires, por la gente , la ciudad que reencontré. Pero no es sólo allí donde ocurre eso, es el encontrarse con los lugares o los protagonistas de nuestra vida en el pasado.Ayer me ocurrió acá, en La Coruña, los treinta años de la creación de IDASA , la empresa donde vino a trabajar Mario, donde luego también trabajé yo en algún proyecto, y fui al café, y a los discursos, hubiera ido también a la comida, pero había empezado a trabajar un año después del de aquellos que festejaban. Bueno, que fue impresionante, no sólo el placer de volver a ver aquella gente, sino el recuerdo de la manera en que se trabajaba, día y noche, un grupo capaz, brillante, en una tarea compleja común sin jerarquías, más que las del respeto por el saber del otro. Una de esas experiencias buenas que nos tocó vivir, y para eso sólo es necesario que la época lo sea, que lo permita, que lo potencie.Pero quizás, y hoy lo pensé hablando con mi amigo Jesús, el que nos trajo aquí, quien cenó en casa igual que Pablo, al llegar el viernes, que cenó con un hombre que en aquella época gateaba por el largo corredor de su casa cuando vivíamos ahí, antes de alquilar nuestra primera vivienda.Treinta años han pasado de todo eso. Treinta años parecen haber pasado en todo, menos en mi corazón que vive todavía esas ilusiones. Y el reencuentro nutre, trae recuerdos, quizás, pensé hoy, así como hay realidades que nutren, hay realidades que matan. Porque, quién lo sabe, pero quizás la leucemia y la muerte fueron el final de desesperanzas, de situaciones positivas que pasan a profundas frustraciones: la renuncia de 1966, la frustración de las ilusiones puestas en su compromiso político, en IDASA la obra de la Toja, la culminación, en la que se había puesto tanta creatividad, esfuerzos, horas de días y noches de tanta gente y luego el cambio de política y de circunstancias económicas y se hace cualquier otra cosa, y Mario que va a otro Consulting, y también, las obras que se iban a hacer en Venezuela y las circunstancias económicas frenan todo, y la empresa en parte cierra. Luego nada es como se sueña, incluso la universidad no es lo mismo, los alumnos, los profesores viven en otro universo, con otros códigos, y la inserción no es como se pensó, la Galicia de verdad, la de trabajar, la de desarrollarse, no es el recuerdo de la infancia… El pasado, nunca se recupera, pero sí se rescata. Porque el pasado es la raíz, lo que está enraizado en la tierra , de donde sale el tronco, y que permite que día a día crezcan las flores, las hojas, los frutos. Y volver a esas raíces permite entender mejor el tronco y que florezca mejor ese árbol.