La habitación está en penumbra. Por detrás, percibo una luz brillante en lo alto. Mi cama, un precioso canasto forrado de blanco con cintas rosadas y un tul que pende desde lo alto, se mece constantemente, aunque no percibo a nadie a mi lado. El vaivén suave me mantiene adormilada. Succiono continuamente mi dedo pulgar, cierro los ojos y me dejo llevar por la agradable sensación de bienestar que me inunda.
¿Qué es ese dolor que aparece en mi vientre?, tengo que avisar a alguien. Fuertes alaridos salen de mis pulmones y las lágrimas bañan mi cara. ¿Dónde estará mi madre? Cesa el balanceo de mi cama. Un momento después la veo aparecer, alta, agachándose. Reconozco sus manos con las que sostiene un enorme papel lleno de dibujitos negros sobre un fondo blanco. Lo dobla y lo deja mucho más chico, antes de apoyarlo sobre la mesita . Me toma un poco en sus brazos , me da unas palmaditas en la espalda; eso me hace bien, siento que los gases me salen por la garganta. Me da un beso rápido , vuelve a acostarme y me dice : Sé buena, tengo que leer el diario.
Pienso que eso debe ser muy importante, lo más importante del mundo y repito quedamente en mi mente, pues todavía soy incapaz de pronunciarlo : leer… diario….LEER…..
25/2/2003