Suena el despertador, son las ocho de la mañana. Cómo no voy a estar cansada si estuve trabajando hasta las cuatro y cuarto.. A veces me pregunto por qué reviso la última noche todas las diapositivas y hago cambios de último momento. Creo que es como un ritual, la noche antes me concentro totalmente y como si conectara con el público del día siguiente me surge claramente cuál es la estructura más adecuada.
Consciente de que no queda más remedio, me levanto. Me doy cuenta de que me acosté en el sofá , sin siquiera quitarme la ropa, con una manta. Voy al baño, me desvisto y me meto en la bañera dejando correr generosamente la ducha bien caliente. Eso no despierta tanto, sería mejor con agua más fría, pero es tan agradable… Al final bajo un poco la temperatura, pero muy poco, mucho menos que lo recomendable. Me seco con fuerza con la toalla para que la sangre circule con ganas y envuelta en el albornoz me lanzo a buscar la ropa, a prepararme.
Aquí surge el primer problema, no encuentro las gafas. Justo hoy, siempre que estoy apurada me pasa igual. Y sin gafas puedo andar por el mundo, pero no puedo leer nada o paso cerca de alguien y me digo , me suena esta cara, pero no saludo y paso por una despistada. Menuda historia, buscar las gafas, ¡ sin gafas !Voy de aquí para allá por la casa pero no hay ni trazas. En estos casos lo mejor es plantearse una estrategia, una búsqueda detectivesca y sistemática. Pienso por qué no tendré dos pares, pero yo misma me contesto al instante, pasaría lo mismo, tendría el doble de trabajo.
Primero busco bien en la mesa donde estuve trabajando, pero miro atentamente, hasta paso la mano, pero de gafas, nada. Echo una visual por el suelo, uf1 cuidado! casi se me cae la lámpara de pie al golpearla con el brazo por mirar bajo la mesa y bajo las sillas pero tampoco están ahí. Luego, busco cerca de la cama, pero tampoco, dónde me los habré sacado? Voy a la cocina, recuerdo que antes de dormir fui a beber un poco de agua pero por allí no hay nada. Ya no sé qué pensar, ah! claro me falta el baño. Miro sobre el mármol , al lado del lavabo, al lado del inodoro , hasta adentro doy un vistazo. Cuando uno llega a este punto ya cree cualquier cosa, se imagina las gafas muertas de risa, volando con las gaviotas por encima de la casa.
Adopto el método infalible que aplicábamos en el Estudio, en Buenos Aires : ante la maldad de los objetos inanimados lo mejor es la indiferencia, no hacerles caso. Es la única manera de que vuelvan a nosotros. Es un sistema infalible, pero el tiempo en que ocurre es imprevisible, por ello, no siempre sirve en estos casos.
En ese instante pienso, no los tendré colgados? Me toco por el pecho, pero me doy cuenta que es una tontería, si acabo de bañarme y al secarme lo hubiera notado. Eso lo verifico siempre , porque recuerdo cuando Lila buscaba a su hijo Älvaro, de un año, y…lo tenía en brazos. Seguro que aunque a mi madre no le pasa, por algo le pasaba a su hermana y me pasa a mí, será genético, nos vendrá de alguna rama. Así que digo, a mi no me importa, me arreglo bien sin vosotras, y de inmediato me voy a hacer un buen café con tostadas. Desayuno y me decido a vestirme, segura de que , por arte de magia, aparecerán las gafas.
Me pongo el traje verde , es como un uniforme, otro de los rituales. Sólo lo uso para esto, como el traje de fiesta de los militares. Y el puntero , como la ametralladora de los soldados. Alguna vez tendré que leer algo sobre la fuerza de los signos externos para apuntalarnos. Creo que es la única circunstancia en la que practico algo que para otros es cotidiano, me visto con una imagen compartida, me salgo de la que uso para todo, para ir al mercado y para cenar en una casa. Ya estoy medio vestida y voy al baño a peinarme y arreglarme un poco, tengo un espejo-lupa, cómo me río de las gafas… Al salir veo una sombra, casi detrás del bidet, que no había visto antes, tiene un aspecto raro, como un trapo todo arrugado. Qué será? , si yo había echado la ropa en el canasto y el pantalón lo dejé en el dormitorio, sobre la cama , qué será lo que hay allí tirado ? Claro, el jersey , me había olvidado, no tenía sólo la camisa, anoche, por el cansancio me dio frío y busque el jersey para abrigarme. Estaba tirado, del revés, tal como queda al quitarlo, ni me había dado cuenta que lo había hecho, no me acordaba ni que lo había usado. Qué desastre, pienso, allí se puede humedecer y tendré que volver a lavarlo. Lo levanto y lo doy vuelta para guardarlo, cuando siento algo duro, cuidado! son las gafas, no vayan a descoyuntarse. Allí estaban, muertas de risa, colgadas de su cordón, habían salido junto con el jersey sin darme cuenta, anoche ni me las había quitado. Bueno, tuve suerte, no se torcieron, debo haber dormido boca arriba, o quizás hacia abajo, pero las gafas se deben haber corrido hacia la espalda y quedaron a salvo.
Ya puedo estar tranquila y salir cuanto antes. Termino de vestirme, pongo en un bolso todo lo que dejé anoche preparado y me dispongo a salir. Cojo la cartera, miro si está la billetera, las llaves, la libretita de teléfonos, el teléfono…..el teléfono! también eso falta. ¡Otra vez! y es negro y tan pequeño… y seguro que está apagado, qué desastre, ya no lo busco, ¡que se mueran todos los objetos inanimados! Pero me cuesta renunciar, haré la prueba de siempre, a lo mejor, anoche, también olvidé apagarlo… Llamo a mi número desde el fijo y empiezo a recorrer la casa, me parece escuchar algo, un suave ronroneo …y hace dos años que ya murió micu, así que, optimista, como sabueso voy en busca del sonido siguiendo la pista, más débil, por aquí no, más fuerte, para allá vamos. Tibio, tibio..caliente…, la pista me lleva hacia el sofá, paso la mano, no hay nada, pero a un costado está la manta, por debajo se siente el ron-ron, claramente. La levanto y allí está lo más tranquilo, esperándome. Lo cojo y lo voy a meter en el bolso cuando miro y claro! no le queda mucha carga. Lo llevaré igual, por lo menos me servirá si a la ida necesito algo en el camino a Santiago…
10 / 06 / 2002