a Rowena
Jacinta está regando alegremente las plantas cuando ve escondidas tras los rosales, en una esquina del jardín, unas macetas que no recordaba haber puesto allí. Por qué iba a tener macetas en un jardín? Qué diablo de plantas eran esas? Quién las podía haber puesto en ese absurdo lugar? Jacinta está muy extrañada, nadie le quiere ayudar con su jardín y de golpe aparece esta extraña plantación en macetas ordenadamente colocadas. Se acerca sigilosamente y piensa : “ no será cosa de magia? “ Va corriendo a la cocina, busca una ristra de ajos y vuelve así protegida a mirar con detenimiento esa cosa inexplicable.
Desde la ventana de su cuarto, su hijo Manuel mira azorado temiendo un terrible castigo. Pero ve que su madre ronda las macetas, mira las plantas de verdes hojas con atención y se va rumiando y rezando en voz baja. Manuel no entiende cómo no lo han llamado a los gritos para castigarlo, pero por las dudas, sale sigilosamente de la casa.
Jacinta no se da cuenta qué puede ser aquello, espera que vuelva su esposo para preguntarle. Quizás algún vecino se las ha regalado y las tiene ahí para trasplantarlas. Aunque le extraña, porque a Paco no le interesan las plantas. O será que se las trajo de regalo por la bronca que le echó ayer cuando llegó medio borracho ? Por las dudas, sigue con la ristra de ajos en sus manos y reza que te reza el rosario.
Por fin llega Paco cuando ella está caminando sigilosamente entre las macetas tratando de desentrañar su significado. La acompaña la perra salchicha , que va feliz a su lado porque su ama está tan ensimismada que no le echa la bronca cuando va destrozando las plantas. Le pregunta: “ Paco, has traído tú estas plantas ?.” Paco, que está de un humor de los mil diablos le contesta: “ Cómo se te ocurre eso, estás loca? Odio tus plantas.”
A Jacinta casi se le caen las lágrimas, no por los gritos, por eso le hubiera dado con la pala y ya quedaría vengada, sino por el miedo, porque si no había sido Paco, quién podía haber traído esas plantas?
Empieza a caer la noche, tiene que atender a los hamsters, si no, se van a morir de hambre. Llega su hija María que viene de la casa de al lado gritando:” Mamá , mira lo que he encontrado! “ Trae un pequeño pájaro que tiene las alas cortadas. “ Hay que curarlo mamá , por favor, quiero tenerlo en casa. “
“ Dios mío”, clama Jacinta, “ lo único que me faltaba!” El loro grita desde la jaula, dios mío, grrrr, dios mío, grrrr, dios ….. Le mete el trapo negro y lo tapa, y se desploma desesperada.
Llega el hijo, viene de la calle, “ Manuel, dónde has estado”, pregunta su madre,” si tenías que estar estudiando “.
– Fui a casa de Tito para que me explicara algo.
Aparece la perra salchicha, ve el pájaro herido en la mano de María y se lanza rápidamente para agarrarlo.
“ Fuera”, grita Jacinta, recordando aquel día en que salió corriendo , cruzó la calle y se abalanzó sobre un pollo de la casa de enfrente que tenía abierto el portón de la entrada.
Con todo este lío, se había olvidado de las plantas. De pronto las recuerda y le dice a su hijo : “ Manuel, ve al fondo y trae una maceta, quiero llevarla a doña Juana, ella sabe de estas cosas y quiero que me diga si está embrujada. “
– Qué macetas, mamá, si no hay macetas, sólo plantas en la tierra en el fondo de casa.
– “ Te digo que obedezcas ! “ grita exasperada.
Manuel va al fondo, coge una maceta, hace la señal de la cruz, ruega que nadie descubra la patraña y con cara de hijo obediente lleva la maceta a su madre.
Jacinta la toma entre sus manos y con aire solemne dice a su familia: “ esperadme que tengo que hacer algo importante.” Y se va caminando lentamente a casa de su vecina doña Juana. Cuando llega, la maceta en una mano y la ristra de ajos en la otra, le muestra la planta y ésta la mira extrañada, no se atreve a decir que no la conoce, ella que sabe de todas las plantas , las que curan y las que matan.
Está pensando un conjuro cuando llega su hijo a la casa, ve a las dos mujeres y exclama : “ Marihuana, madre, marihuana!”
“ Déjate de porquerías “, le dice su madre, “ no vengas con esas guarradas!”
– Madre, de guarradas nada, qué maravilla, en casa una planta de marihuana ! Jacinta cae desmayada , se rompe la maceta y la tierra se desparrama . José, el hijo de doña Juana, coge la planta entre sus manos y corre al fondo para plantarla con cuidado. Doña Juana golpea a Jacinta en las mejillas para despertarla y prepara un poco de ginebra y un vaso de agua. Por fin Jacinta vuelve en sí, se levanta y con la marihuana en su mente coge una rama fuerte que ve al lado de la entrada para, al llegar a su casa, darle en el lomo a su hijo Manuel, el muy gamberro!, seguro que fue él el de la mm.. , no se atreve ni a pronunciarlo, o habrá sido la bestia de Paco!
Llega a la casa blandiendo la rama, se encuentra con su hijo y su marido mirando el partido y dispuesta para el ataque pregunta a los gritos: “quién trajo la maldita marihuana?”
“ Marihuana!” grita el padre. “ Te mato”, le dice al hijo y le da una trompada.
El hijo cae al suelo y rompe al caer el jarrón , el que Jacinta compró en el mercadillo, justo el que va bien con los sillones de la sala. La madre le da con fuerza al padre un golpe en la espalda , éste trastabilla, tira la lámpara de pie y maldiciendo se va para la cama. La madre se acerca al hijo que sangrando por la nariz se ha sentado en el suelo y se está quejando.
Se acerca María, corriendo, con el pajarito en la mano.
– Mamá qué ha pasado? Por qué chillan los hamsters? Les voy a dar de comer, ten el pájaro en tu mano.
Su madre la mira como si no la viera. En un instante piensa que la niña no debe enterarse de lo de las plantas y con aire calmo le dice: “Tu padre tropezó con la lámpara, tiró el jarrón que golpeó a Manuel, fue todo un desastre. Llévate ese pájaro, guárdalo en una caja en tu cuarto y ven a comer de inmediato que yo me ocuparé ahora mismo de los hamsters.”
Luego dice a su hijo : “ levántate, lávate la cara y ven, que te hice un buen guiso de garbanzos, luego arreglaremos el cuarto y después… a probar tu marihuana …”
14 / 05 / 2002