La silla

Allí está el hombre. Sentado en aquella gran silla de respaldo alto y plano, apoyada en su alta base. A su lado, como si estuviéramos en una exposición, hay un cartel que dice «silla eléctrica», en grandes letras doradas .Hay absoluto silencio. Está todo preparado para la ejecución..El hombre está allí sentado. Se lo ve pálido y demacrado. Es un hombre alto y de huesos anchos. Aún ahora, con su cara gris, sus ojos muy abiertos rodeados de oscuras ojeras, su evidente cansancio, es bastante imponente….Lo están interrogando. Las palabras se escuchan perfectamente .Conoce Usted a este hombre? le preguntan, mostrándole un antiguo retrato. Dónde estaba el 24 de diciembre de 1982, a las 10 de la noche? Por qué lo ha matado?. Él no contesta nada; pregunta a su vez cuándo, en que año, cuántos años han pasado? Parece estar soñando, su cara sin expresión ninguna, sus ojos idos, ensimismados. Una y otra vez las mismas preguntas. Siempre, con su mirada perdida, las mismas respuesta extrañada. Está atado a la silla sólo con unas cuerdas que le permitirían, sin gran esfuerzo, liberarse. Sin embargo ni mueve los brazos para intentarlo, se pasa mirando fijamente, como si no lo viera, a través del otro personaje. Es un ser de enorme tamaño que tiene la cara en la penumbra de tal modo que es imposible reconocerla; hasta parece una cara sin rasgos. Pasan las horas, pasan los días y siempre lo están interrogando. No logro escuchar el típico sonido psss…y luego chss..de la descarga. Al lado del hombre que interroga hay otro pequeño que a veces se acerca a alcanzarle agua al condenado; nunca alimentos, siempre agua, sólo agua..Mientras bebe, y a veces durante el interrogatorio mira subrepticiamente hacia un lado. Mira con miedo, casi de reojo, el gran retrato que hay a la izquierda en la pared, colgado. Parece un cuadro. Es una cara, pero cambia a cada rato; una de ellas bien pudiera ser la cara del finado. Es un hombre moreno , de unos cincuenta años, tiene grandes bigotes cayendo hacia los lados. Pero lo más impresionante es su mirada, parece que escrutara, podría ser el muerto o quizás el que lo ha asesinado o hasta parece desde aquí que fuera mi propia cara. Y si fuera un espejo encantado? El hombre de la silla eléctrica está, evidentemente, aterrorizado. Siente una atracción irresistible hacia ese cuadro, no puede sustraerse a la presencia de esas caras que a veces le parece que sonríen en forma irónica estirándose sutilmente la comisura de los labios y a veces, cuando cierra la boca con fuerza, destila odio y ansias de venganza. Él mira todo con su mirada perdida y angustiada, como si fuera el personaje de una pesadilla, como si no se diera cuenta en qué mundo se encuentra, en qué silla está sentado. Su mente se puebla de imágenes del pasado. Se recuerda de muy niño, metiéndose en el mar. Siente el olor de la arena mojada, mezclada en el recuerdo con olores de jazmines y del chocolate humeante en una gran taza roja que sostiene entre sus manos. Y el olor a lavanda de su madre cuando lo besaba por las noches en la cama. Se ve algo más grande, recuerdos de castigos y de niño abandonado , sólo negros recuerdos, cuando lo perseguían por haber robado sintiendo un ácido olor a cigarro y la ginebra que penetraba quemando su garganta de niño asustado. El hombre corpulento que lo interroga, sentado como en un trono, parece un emperador egipcio. Y el otro pequeño, parece un payaso. El emperador tiene voz de trueno. Habla de una manera extraña, parece que las palabras no tuvieran consonantes. Grita mucho y termina sus palabras de modo cortante. Al pequeño se le entiende por los gestos pues nunca habla. Se ve ya mayor, en una habitación oscura y fría, las paredes con manchas. Está con ella en la cama. Siente su perfume pastoso y penetrante que tanto lo excitaba. Pelean?, qué pasa? La ve fría, estará muerta? O sólo agotada? Y esa música.. la escucha por sobre las palabras del interrogatorio. Si total, ya las sabe, siempre las mismas palabras. Y se entremezclan con las otras, las del tango, las que tanto le gustaban : che papusa oí… Mientras, la figura del cuadro cambia un poco sus rasgos pero mantiene la mirada fija, que parece que taladra. Será porque le da miedo o será porque no le es fácil cambiar de posición en la silla que la mira sólo de vez en cuando?. Aunque no la mire se percibe que la siente, mira un poco de reojo como para controlarla, como si la sintiera al costado, como una presión sobre el cuello, sobre el brazo, sobre la cara…. Aparece otro personaje, trae un papel. El hombre lo mira, parece cambiar su mirada por un instante..Siento que espera algo. El hombre que lo interroga mira el papel, lo devuelve musitando unas palabras y de inmediato sigue interrogando. El hombre vuelve a su expresión perdida, quizás algo más gris su cara, más desesperanzada su mirada…
Y yo sigo esperando, atado por esa mirada, viviendo con él la angustia, sorbiendo las palabras; me pareció que mencionaban algo del 2002, que llegaba. Sólo si esto se termina , no habrá más peligro, nadie podrá decir nada…

13 / 01 / 2002

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